lunes, 19 de septiembre de 2011

LA NUEVA RECONCIALIACIÓN

Era más que necesario que las aguas volvieran (aparentemente) a su cauce y que amainara (de momento) el caudal de las torrenteras para arrimarse (aunque no muy de cerca) a la reciente reforma de la Constitución.

Si polémico ha sido el motivo de su reforma, impuesta desde el exterior según se ve, más polémico ha sido el sistema de su tramitación. Hasta el extremo de que sólo el partido en el gobierno y el principal partido de la oposición, en acuerdo extremo, han prestado su apoyo total.

El resto de partidos han tomado posiciones de lo más variopintas. Unos proponían la revisión de la forma de Estado, otros pensaban que debía incluirse el derecho de autodeterminación de ciertas autonomías, e incluso había quien cuestionaba la forma de sucesión a la Corona. Y así hasta mil posiciones.

¿Y ahora? Los temas constitucionales aparcados y los partidos políticos en temas electorales. El melón abierto de la Constitución, como dijo un político nacionalista, se ha cerrado.

Dos hechos evidentes: no hay suceso político tan importante que deba distraer la atención de nadie de tomar las medidas necesarias y urgentes para salir de la crítica y grave situación actual; y la Constitución, aunque se aprobara en refrendo, se hizo en momentos de amplio consenso y circunstancias muy especiales.

Pero el estudio de la Constitución no debe olvidarse, y mucho menos su evolución hacia los momentos actuales. No se debe, pues, aceptar ningún programa electoral que no incluya la formación en las próximas Cortes de una comisión de estudio de adaptación de la Constitución a la sociedad actual.

Y no se habla de modificación inminente, sino de realizar un profundo estudio que conduzca al acuerdo y al consenso. Se evitarán muchas sorpresas.

Sería la nueva reconciliación.

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