viernes, 5 de febrero de 2010

PUBLICIDAD ÉTICA O PUBLICIDAD ENGAÑOSA

No hay duda. La publicidad, tan antigua como la tos, se inclina desde hace unos años hacia unos derroteros tan sumamente delicados que la línea que separa la ética y el engaño es tenue como un suspiro.

La tendencia se inclina hacia los sentimientos. Pero cuidado con los sentimientos, con los que emiten mensajes sentimentales y con los que reciben esos mensajes aviesamente emitidos.

Por lo general, ese tipo de anuncios se dirigen, en teoría, a ganar imagen del anunciante. Pero en realidad se hacen para vender productos o servicios y su intención final es la de ganar dinero.

Una entidad de ahorro emite unos spot basados en la supuesta acción social que realiza, cuando lo cierto es que la ley de Cajas la obliga a realizar esa acción.

Los spots son impecables en cuanto a realización, planos, luz, locución, etc.

El más impresionante es el protagonizado por una niña, actriz o real, que atiende las labores de su casa para que su madre pueda asistir al trabajo, no asiste a la escuela y tiene el sueño de ser profesora de matemáticas.

¿Es necesario utilizar tal argumento publicitario para vender dinero a precios increíbles, conceder hipotecas en condiciones sibilinas o ganar impositores fácilmente?

La respuesta es sencilla. Esa publicidad es del todo deleznable y merece directamente el cubo de la basura y el desprecio más absoluto de los televidentes.

El mío ya lo tiene.

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