domingo, 21 de febrero de 2010

HOY TOCA TRUJILLO.

Por fas o por nefas, Trujillo, mi ciudad natal, es noticia cada día. Y lamentablemente, casi siempre por nefas.

A causa de la lluvia se ha derrumbado parte de la muralla del siglo XIII. Claro y evidente: desde entonces no había llovido en Trujillo. Y además, y por este motivo, nadie se había dado cuenta de que aquello sufría peligro de derribo. Es de esperar que se realice una restauración magistral.

Ahora le toca al comercio de la zona centro. Aniquilado. Cerrado. Los de la plazuela del Azoguejo, parte superior de la calle Margarita de Iturralde, calle de San Miguel, calle de las Sillerías… A cerrar se ha dicho.

¿La culpa? Unos dicen que es la prohibición de aparcar en la Plaza Mayor. Otros culpan a la crisis. Y yo qué sé. El caso es que la decadencia se ha apoderado de la zona centro de Trujillo. Y también lo sufre la hostelería.

Hay un hecho incontestable y es que el centro trujillano se ha desplazado a la calle de la Encarnación y aledaños. El centro ha muerto por sí mismo, por la desidia de las autoridades y por la falta de competencia de los comerciantes.

Otro hecho que quizás no tenga solución. Trujillo soporta estructura urbanística para 20.000 personas, pero tiene 9.000 habitantes.

Planteado este problema de la inactividad comercial del centro trujillano, la solución de la concejala de la cosa es crear “la ruta de la tapa” que tanto éxito ha tenido en otras ciudades, según explica. O sea, “la ruta de la tapa”, solución a una profunda crisis. De risa, vamos.

Los establecimientos hosteleros del centro de Trujillo se han adaptado a los visitantes. Además de carecer de productos eminentemente propios de la región, sustituidos por sucedáneos, sus precios son para espantar cualquier clientela. Esta ruta, mapa en mano, estaría formada por dos establecimientos. Ampliando el campo, se podría llegar a cuatro.

De cualquier modo, los problemas económicos de Trujillo, pese a las afirmaciones de la concejala, no pasan por la ridícula “ruta de la tapa”. Es necesario hacer una promoción seria, que motivos y contenidos no faltan.

Sus fiestas populares, salvo la Feria del Queso, se han desvirtuado con en único fin de llenar Trujillo de gente. El Chiviri (que antes llamábamos las Pascuas) se ha convertido en un macrobotellón. Las fiestas patronales, han empobrecido, quizás vulgarizado, su contenido. Y así todo.

La concejala sabe que en cualquier puente que disfrutemos, Trujillo se llena. Quizás sea ese el momento de tomar datos para un estudio profundo y preguntar a los visitantes por las virtudes y defectos de Trujillo. Y de este modo, corregir y fomentar. Cerca está el de Semana Santa.

Manos a la obra y menos tonterías.

viernes, 5 de febrero de 2010

PUBLICIDAD ÉTICA O PUBLICIDAD ENGAÑOSA

No hay duda. La publicidad, tan antigua como la tos, se inclina desde hace unos años hacia unos derroteros tan sumamente delicados que la línea que separa la ética y el engaño es tenue como un suspiro.

La tendencia se inclina hacia los sentimientos. Pero cuidado con los sentimientos, con los que emiten mensajes sentimentales y con los que reciben esos mensajes aviesamente emitidos.

Por lo general, ese tipo de anuncios se dirigen, en teoría, a ganar imagen del anunciante. Pero en realidad se hacen para vender productos o servicios y su intención final es la de ganar dinero.

Una entidad de ahorro emite unos spot basados en la supuesta acción social que realiza, cuando lo cierto es que la ley de Cajas la obliga a realizar esa acción.

Los spots son impecables en cuanto a realización, planos, luz, locución, etc.

El más impresionante es el protagonizado por una niña, actriz o real, que atiende las labores de su casa para que su madre pueda asistir al trabajo, no asiste a la escuela y tiene el sueño de ser profesora de matemáticas.

¿Es necesario utilizar tal argumento publicitario para vender dinero a precios increíbles, conceder hipotecas en condiciones sibilinas o ganar impositores fácilmente?

La respuesta es sencilla. Esa publicidad es del todo deleznable y merece directamente el cubo de la basura y el desprecio más absoluto de los televidentes.

El mío ya lo tiene.