lunes, 30 de noviembre de 2009

GESTOS INÚTILES

La admisión a trámite de la Ley del Aborto por parte del Congreso de los Diputados, ha provocado tres reacciones extempráneas, inadecuadas y perfectamente prescindibles.

La primera, en sede parlamentaria, ha sido el abrazo de triunfo y contento que se dieron dos ministras con las dos Vicepresidentas del Gobierno (Garmendia excluida). Parecía aquello algo así como el abrazo que se daban unas chicas universitarias de los años 70 al ganar la liga de balonmano de facul. Totalmente inadecuado. De la Vega y Salgado están muy lejos de la edad universitaria y ese gesto está muy lejos de la madurez que exige su cargo.

La segunda ha sido la del obispo Martínez Camino que, como portavoz de la Conferencia Episcopal Española, ha tildado a los diputados votantes afirmativos de esta ley de manifiestos y públicos pecadores indignos de recibir la Comunión mientras no muestren públicamente su arrepentimiento. Anatema sit. La Iglesia, más que condenar, tiene un mandato evangélico de perdón, reconciliación y paz. La Iglesia tiene la obligación de poner a disposición de las jóvenes en trance de abortar, todos los medios a su alcance para orientar, consolar o evitar el aborto, como ya vienen haciendo diversas asociaciones entre las que cabe destacar a Red Madre. ¡Qué lejos queda la doctrina del Vaticano II!. La misión de la Iglesia es salvífica y no condenatoria.

Y la tercera y última es la reacción de José Bono, Presidente del Congreso y católico confeso. Bono reprocha a la Iglesia que por haber votado afirmativamenta la Ley del Aborto, no sabemos si por disciplina de partido o por convencimiento, le pueda ser negada la Comunión mientras que jamás le fue negada al dictador y asesino Pinochet.

Todos se podían haber ahorrado estos gestos inútiles que se retrotraen a actitudes casi trogloditas.

domingo, 29 de noviembre de 2009

¿SUBVENCIÓN O MECENAZGO?

Se viene hablando y escribiendo mucho de las cuantiosas subvenciones gubernamentales que reciben ciertos cineastas y cantantes que, además, sirven de comparsa en manifestaciones públicas de ciertas ideologías o personajes.
Cierto es que el cine español, salvo honrosas excepciones, está sumido en la escasez de arte e imaginación. En definitiva, escasea la creatividad artística. Y cierto es también que las subvenciones que reciben productores, directores e indirectamente actores, son muy superiores a las cantidades recaudadas en taquilla por la proyección de las obras.
La cuestión es si el arte en general y el cine en particular se vuelven acomodaticios con la mano que suelta los dineros de las subvenciones, lo que supondría pérdida de libertad creativa y, como consecuencia, pérdida del arte.
Da la impresión, desde fuera, de que los artistas del cine no se han adaptado a las nuevas circunstancias artísticas, que no son otras que las circunstancias sociales, mientras que las salas de proyecciones han realizado las transformaciones necesarias para atraer al público, realizando en ocasiones inversiones cuantiosas.
Es posible que las subvenciones pudieran ser sustituidas por generosos mecenas que, como anteriormente, facilitaran con medios y dineros la creación de arte. Pero no será posible mientras no exista una ley del mecenazgo que incite a los posibles pagadores a dejarse sus dineros en la creación de arte.
Y el mecenazgo está más lejos de crear clientelismo que la subvención. Carlos IV y su familia no salieron muy favorecidos en el famoso retrato de Goya, por poner un ejemplo.
Si el arte tiene que ser complaciente, no será arte. Si los artistas tienen que agradecer con posturas y manifestaciones públicas a quien les tiene la mano repleta de dinero, no serán artistas.El arte es la expresión máxima de la libertad. Si se le quita la libertad, no es arte. Será otra cosa, pero no arte.

sábado, 28 de noviembre de 2009

NO MÁS TURBULENCIAS

La situación social que estamos viviendo es, cuando menos y desgraciadamente, muy difícil. La improvisación de los políticos (de todos los políticos) se hace irreconciliable con la sociedad que es, en definitiva, quien para los platos rotos.
La sociedad, como tal y como formada por individuos, está más cerca de la escasez creciente que de las falsas soliciones que aporta el legislativo.
Es imprescindible el acercamiento de todos los estamentos sobresalientes (incluso la Iglesia) a los problemas de la calle, del indivuduo.
De lo contrario, todos se encontrarán sin aplaudidores espontáneos y ofiales.
No necesitamos turbulencias y sobresaltos. Necesitamos soluciones nacidas del consenso y el diálogo.