domingo, 26 de septiembre de 2010

LIBERTAD SIN IRA

Está claro que los dos conceptos que dieron título a la canción que tanto animó en la transición a la democracia, son contradictorios y contrarios.

Evidentemente la ira no puede convivir con la libertad. Ni el odio, ni el rencor, ni la venganza, ni la revancha, ni tantos otros.

Hace unos días se celebraba el centenario de la apertura de las Cortes de Cádiz, en la antigua isla de León, que dotaron a los españoles de la época de una Constitución, denominada popularmente como La Pepa, y en los fastos conmemorativos hubo discursos y palabras de consideración. Pero da la impresión de que el pueblo, conquistador de aquellas libertades otorgadas por La Pepa, no estuvo presente. Pero si estuvo presente en el histórico momento de apertura de aquellas Cortes y gritaba enfervorizado: ¡Viva la libertad! ¡Vivan los Diputados! Es muy fácil hacer la ironía: si un Diputado en Cortes de 2010, doscientos años después, oyera ese enfervorizado vítor a su función política, caería desmayado del susto y la impresión. Y no digamos si escucha el vítor a la libertad.

Ayer mismo, un torero, Morante de la Puebla, salió a hombros de la Monumental de Barcelona y sus seguidores grataban ¡Libertad, libertad! Se referían, lógicamente, a la supresión de la fiesta de los toros en Cataluña, con lo que se podrá o no estar de acuerdo, pero al menos esa prohibición ha sacado en un sector del pueblo la añoranza de la libertad. Bueno está, aunque no completo.

Y en unos días se celebrará supuestamente una huelga general convocada por los sindicatos no se sabe contra qué ni con qué reivindicaciones. Ese es el campo en el que nos jugamos la fuerza de la libertad.

Es más que deseable que la libertad no solo salga impoluta de esa huelga, sino además que salga reforzada.

Pero todos los indicadores nos inducen a la duda. Con o sin ira.